La Presentación del Niño Jesús en el Templo y encuentro con Simeon y la anciana Ana, conmemora el misterio del reconocimiento por Simeon del Mesías en brazos de María.
María entra a formar parte de la fiesta en cuanto lleva en sus brazos a Jesús y su Purificación. El actual himno del Oficio de lectura comienza asi: “En el templo entra María, más que nunca pura y blanca, luces del marmol arranca, reflejos al oro envía.
Va el Cordero entre la nieve, la Virgen nevando al Niño, nevando a puro cariño, este blanco vellon leve…”
Esta fiesta, que también se le llama “La Candelaria”, es de origen oriental. La celebraban hasta el siglo VI a los cuarenta días de la Epifania, el 15 de Febrero, después paso a celebrarse el 2, por ser a los cuarenta días de la Navidad, 25 de diciembre.
A mediados del siglo V se celebra con luces y toma el nombre y color de “la fiesta de las luces”.
Durante mucho tiempo se dio gran importancia a los cirios encendidos y después de usados en la procesión eran llevados a las casas y allí se encendian en algunas necesidades.
La ley de Moisés mandaba que toda mujer que de a luz un varon, en el plazo de cuarenta dias, acuda al Templo para purificarse de la mancha legal y allí ofrecer su primogenito a Yahve. Era lógico que los unicos exentos de esta ley eran Jesús y María: El por ser superior a esa ley, y Ella por haber concebido milagrosamente por obra del Espíritu Santo.
A pesar de ello María acude humildemente como cualquier otra mujer a purificarse de lo que no estaba manchada.
Los mismos ángel es se encuentran extasiados ante aquel maravilloso cortejo que atraviesa uno y otro atrio hasta llegar al pie del altar para realizar la presentación del Niño Jesús, Hijo de Dios, ofrecido por aquellos virginales brazos.
Una vez cumplido el rito de ofrecer los cinco siclos legales después de la ceremonia de la purificacion, la Sagrada Familia estaba dispuesta para salir del templo cuando se realizo el prodigio del Encuentro con Simeon, primero, y con la ancianisima Ana, después.
Simeon era un hombre inspirado en el Espíritu Santo, quien le había prometido que no se moriria sin ver al Salvador del mundo, y ahora al llegar esta pareja de jovenes esposos con su hijito al templo, el Espíritu Santo le hizo saber al profeta que aquel pequeño niño era el Salvador y Redentor.
San Lucas nos cuenta con riqueza de detalles aquel encuentro: “Ahora, Señor, ya puedes dejar irse en paz a tu siervo, porque han visto mis ojos al Salvador… al que viene a ser luz para las gentes y gloria de tu pueblo Israel…” Y le dijo a la Madre: “Mira, que este Niño esta puesto para caida y levantamiento para muchos en Israel… Y tu propia alma la traspasara una espada…”.
Contraste de la vida: El mismo Infante esta llamado para ser: Luz y gloria y a la vez escandalo y roca dura contra la que muchos se estrellaran.
Bien podemos hoy cantar como la Iglesia lo hace en Laudes: “Iglesia santa, esposa bella, sal al encuentro del Señor, adorna y limpia tu morada y recibe a tu Salvador…”.
Brinda Mair
Fuente consultada: Corazones.org
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